Después de Humboldt.
De la «geografía de las plantas»
a los «cultivos» del arte.
POR FÉLIX SUAZO

Después de Humboldt.
De la «geografía de las plantas»
a los «cultivos» del arte.
POR FÉLIX SUAZO

I.-  Iconografía botánica y geografía

1.1.
La iconografía botánica comprende un importante segmento de las artes visuales  en las Américas. Frutas, flores, plantas de cultivo y vegetación silvestre pueden encontrarse en paisajes, bodegones, escenas domésticas, representaciones alegóricas, collages, fotografías e instalaciones. Las plantas son parte del imaginario territorial y simbólico del hemisferio, al tiempo que remiten a las costumbres culinarias, médicas y ornamentales de sus moradores. Artistas de diferentes períodos, con distintos medios y propósitos diversos, no solo se han detenido en las cualidades morfológicas y estéticas de las plantas, sino que han intentado problematizar el significado espiritual que les subyace.

José Brunete / J.G. Rivera

Durante el reinado de Carlos lll de España (1716-1788)  se le dió gran impulso a los estudios naturales, especialmente a la investigación botánica en las colonias americanas. El primero de esos esfuerzos corresponde a la Expedición Botánica al Virreinato del Perú (1777-1815), actualmente Chile y Perú, dirigida por el farmacéutico y botánico español Hipólito Ruiz López (1754-1816). Acompañaban está tentativa el médico francés Joseph Dombey (1742-1794) y el farmacéutico español José Antonio Pavón y Jiménez (1754-1854), así como algunos ilustradores botánicos como José Brunete (1747-?) e Isidro Gálvez Gallo (1754-1809), a quienes se sumó más tarde el dibujante Francisco Pulgar (s.m.d.). Como resultado de la expedición , se estudiaron y recolectaron alrededor de 3000 especies vegetales y se hicieron unos 2500 dibujos botánicos de tamaño natural.  Entre 1798 y 1802 Ruiz y Pavón publicaron gran parte de sus hallazgos en los tres primeros tomos de la Flora Peruviana et Chilensis, acompañado de 300 láminas.

Atanasio Echeverría / Vicente de la Cerda

Uno de los esfuerzos más ambiciosos de catalogación visual de la flora sudamericana fue el realizado por la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1816), dirigida por el sacerdote, médico y botánico español  José Celestino Mutis (1733-1808) —el «ilustre patriarca de la botánica», según Humboldt—, quien introdujo en el continente el sistema taxonómico del científico sueco Carlos Linneo (1707-1778). Bajo la orientación de Mutis trabajaron 30 artistas radicados en Santa Fe, Cartagena, Quito y Popayán; entre ellos Salvador Rizo (1760-1816) y Francisco Javier Matis (c. 1762-1851). Durante las más de tres décadas de actividad de la Expedición…, estos artistas produjeron un legado de más de 7000 láminas en acuarela, temple y lápiz, incluyendo las ilustraciones de alrededor de 2966 especies y 26 variedades de plantas[1].

Salvador Rizo / Francisco Javier Matis

Similar propósito tuvo la Real Expedición Botánica a Nueva España (1787-1803) [2], dirigida por el médico y botánico español José Martín Sessé (1751-1808) con la asistencia del médico y naturalista novohispano José Maríano Mociño (1757-1820). Vicente de la Cerda (smd) y Atanasio Echeverría y Godoy (c. 1771-1803) fueron los artistas encargados de realizar unas 2000 ilustraciones de plantas en acuarela y tinta sobre papel de Holanda, siguiendo un riguroso instructivo en cuanto a materiales, soportes y criterios de representación de las especies y variedades. Satisfecho por los resultados, Sessé escribió sobre el trabajo de los artistas que «La humildad de ambos es tan recomendable como su ingenio»[3].

1.2.
Con estos precedentes, en enero de 1800 el científico alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) y el naturalista francés Aimé Bonpland (1773-1858) ascendieron al pico El Álvila, la montaña más prominente de Caracas, la capital venezolana. Durante la expedición recolectaron plantas e hicieron anotaciones sobre flora, fauna y minerales. Además de algunos ayudantes y vecinos de la ciudad, los acompañaba el poeta, filólogo y educador venezolano Andrés Bello (1761-1865), quien años después traducirá y publicará algunos fragmentos de los escritos de Humboldt y Bonpland sobre su expedición en la América equinoccial.

Durante su recorrido por el país, los dos científicos europeos visitaron varias localidades, entre ellas Turmero, donde conocieron el magestuoso Samán de Güere (Samanea saman) con 19 metros de altura y una edad que estimaron en 1000 años[4]. La travesía también los llevó a Cumaná, en cuyos alrededores habita la Cuspa o Quina de Nueva Andalucía (Angostura trifoliata), planta medicinal que ayuda a aliviar la fiebre. Igualmente, ambos viajeros estuvieron en Guayana, territorio donde se encuentra el cerro Autana[5], con sus laderas rocosas, pobladas de algas, líquenes, musgos, hierbas bajas y colonias de bromeliáceas cuya abundancia evoca la leyenda guajiba del Árbol de todas las frutas o Caliebirri-Nae[6].

Alexander Humboldt y Animé Bonpland. Tableu Physique des Andes

Luego de recopilar una copiosa información sobre la geografía, clima, flora, fauna y modos de vida en Venezuela (1799-1801), Colombia, Perú (1802), Ecuador (1802-1803), México (1803-1804), Cuba (1800-1801 y 1804) y los Estados Unidos de América (1804), Humboldt y Bonpland emprendieron la redacción y publicación de su monumental Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente (1807), incluyendo entre sus treinta volúmenes el Ensayo sobre la geografía de las plantas” (1805),  compuesto por observaciones sobre la distribución de las especies vegetales y una ilustración sinóptica donde se ubica cada planta según su clima y altitud. «La geografía de las plantas —escribieron Humboldt y Bonpland en el Ensayo…— pintaba a grandes rasgos la inmensa extensión que ocupan las plantas, desde la región de las nieves eternas, hasta el fondo del océano».

La ambiciosa empresa acometida por los dos científicos coincide con las aspiraciones intelectuales y  literarias de Andrés Bello, quien años después publicó el poema Silva a la agricultura de la zona tórrida (1826). El autor arranca con un saludo a la «fecunda zona» que se extiende «desde el llano / que tiene por lindero el horizonte, / hasta el erguido monte,/» y describe a «cuanto ser se anima / en cada vario clima», deteniéndose especialmente en la diversidad vegetal. Menciona uvas, cañas, almendras, nopales, jazmines, palmas, ananás, yuca, patata, algodón, rosas, parcha, maíz y bananos, enumerando un amplio repertorio de frutos, hojas, flores, tallos y olores.

En las Expediciones…, el  Ensayo… y la Silva… la geografía y las plantas aparecen como motivos afines de la ciencia y el arte, inmersas en un mismo afán enciclopédico por testimoniar la vida natural del entonces «Nuevo Mundo». Igualmente, allí queda establecida la preponderancia del mundo natural como objeto común de la razón y la sensibilidad, asunto que tiene una presencia arquetipal y recurrente en la cultura hemisférica, particularmente significativa en lo que respecta a las artes visuales, donde a menudo coexisten la meticulosidad analítica y la destreza estética.

1.3.
En lo sucesivo, tal propósito encuentra réplicas encomiables  en otras latitudes del hemisferio. En Estados Unidos de América, el poeta Walt Whitman (1819-1892) escribe Hojas de hierba (1855), una celebración monumental de la naturaleza y los sentidos, imbuido por las ideas del escritor trascendentalista Ralph Waldo Emerson (1803-1882), quién sostenía que había una confluencia entre el alma humana y la naturaleza. A la pregunta: «¿Qué es la hierba?», Whitman responde:

O supongo que la hierba es en sí misma un niño, el bebé producido de la vegetación.

O supongo que es un jeroglífico uniforme,

Y significa, brotar por igual en zonas amplias y zonas estrechas,[7]

Frederic Edwin Church

Por la época en que Whitman escribió Hojas de hierva, justo a mediados del siglo XIX, la naturaleza norteamericana estaba bajo el escrutinio de los pintores de la Escuela del rio Hudson ­también conocidos como iluministas— que realizaban vistas panorámicas de la vida fluvial, los bosques y las zonas rocosas del oeste, plasmando majestuosos paisajes de atmósfera romántica y profusa vegetación. Uno de esos pintores Frederic Edwin Church (1826-1900)— fue más allá del entorno estadounidense, llegando a desarrollar una importante serie de trabajos sobre la geografía sudamericana, producto de dos viajes que realizó a Ecuador, influenciado por la obra científica de Alexander Humboldt. En ese espíritu se enmarcan sus paisajes de los Andes ecuatorianos donde representó la flora endémica  de la región con perfecto apego a su clima y altitud. Por cierto, Church también llegó a conocer en Nueva York al paisajista danés Fritz Melbye (1826-1869), quién había pintado escenas marinas, plantas y poblados en Caracas y la Guaira durante su estadía en Venezuela junto al pintor franco-danés Camille Pissaro (1830-1903).

Camille Pissarro

1.4.
En lo sucesivo, la exploración del territorio americano no cesará, adoptando las singularidades de cada región o localidad donde los artistas del hemisferio —tanto al norte como al sur— fijaron su interés. Además de los aspectos estéticos que singularizan el trabajo artístico, estas proposiciones abren un interesante capítulo en torno a los vínculos existentes entre la cultura visual y la actividad científica en las Américas, donde las especies botánicas juegan un papel protagónico como elemento de identificación territorial y rasgo distintivo de los modos de vida en el Hemisferio. La vida rural, los cultivos, la jardinería, las prácticas ornamentales, las cosmogonías y los simbolismos asociados a las plantas dan paso a ideas de mayor complejidad, cuyos significados abordan distintos artistas de la región que —ahora como antes— intentan descifrar la relación entre la vida orgánica y la experiencia humana.

1 Cfr. José Antonio Amaya. «La obra gráfica de la expedición botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1816).
2 La Real Expedición Botánica a Nueva España de José Mariano Mociño y Martín de Sessé. Siglo XXI Editores y UNAM, 2010.
3 Cfr. Graciela Zamudio Varela. «Los pintores de la Real Expedición Botánica de Nueva España (1787-1803)».
En: María Margaret López / Alda Heizer (Organizadoras). Coleccionismo, prácticas de campo e representacao. Campi- na Grande-PB, 2011. 
4 Ya octogenario, y ante una foto del Samán de Güere realizada por el fotógrafo húngaro Pál Rosty, Humboldt dijo: «…vea este árbol que yo contemplé en mi juventud, cómo sigue siendo frondoso, vigoroso, poderoso y lleno de vida. Cfr. El asombro: viaje de Humboldt y Bonpland por Venezuela (catálogo de exposición). Fundación Galería de Arte Nacional. Caracas, 1999.
5 El cerro Autana, también conocido como Árbol de la vida, es un tepuy de unos 1220 metros de altura, con apariencia de árbol talado, que se ubica en la parte occidental del Amazonas venezolano, cerca de la frontera con Colombia.
6 Según los piaroas y guajibos el Árbol de todas las frutas fue cortado por los animales que habitaban en aquella tierra para alimentarse. Su tronco es hoy el tepuy conocido como cerro Autana. Cfr. Luis Blanco. CALIEBIRRI-NAE Cudeido. Literatura Jivi (Guajiba). 1985.
7 Or I guess the grass is itself a child, the produced babe of the vegetation. Or I guess it is a uniform hieroglyphic,
And it means, Sprouting alike in broad zones and narrow zones,
Felix S-1

FELIX SUAZO

Félix Suazo es profesor, investigador y curador de arte. Se graduó en el Instituto Superior de Arte de La Habana en 1990. Entre 2002 y 2003 realizó un Máster de Museología en la Universidad de Valladolid, España. Ha trabajado como investigador en la Galería de Arte Nacional (1997-2003) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (2004-2008). Desde 2007 forma parte del equipo curatorial de El Anexo / Arte Contemporáneo.

De 2008 a 2013 fue Coordinador de Exposiciones y Curador de Periférico Caracas / Arte Contemporáneo. Fue gerente de la Sala TAC (2015-2018). En 2018 fue nombrado Curador Pedagógico de la XIV Bienal de Cuenca, Ecuador. Actualmente vive en Miami, Florida, donde trabaja como curador independiente y asesor de proyectos artísticos.

Félix Suazo es profesor, investigador y curador de arte. Se graduó en el Instituto Superior de Arte de La Habana en 1990. Entre 2002 y 2003 realizó un Máster de Museología en la Universidad de Valladolid, España. Ha trabajado como investigador en la Galería de Arte Nacional (1997-2003) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (2004-2008). Desde 2007 forma parte del equipo curatorial de El Anexo / Arte Contemporáneo. De 2008 a 2013 fue Coordinador de Exposiciones y Curador de Periférico Caracas / Arte Contemporáneo. Fue gerente de la Sala TAC (2015-2018). En 2018 fue nombrado Curador Pedagógico de la XIV Bienal de Cuenca, Ecuador. Actualmente vive en Miami, Florida, donde trabaja como curador independiente y asesor de proyectos artísticos.

Financiado por el Fondo Internacional de Ayuda para Organizaciones de Cultura y Educación 2021 del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania, el Goethe-Institut y otros socios. goethe.de/relieffund