Lucía Pizzani
Manto · Acorazadas

Desde temprana edad he experimentado el viaje y he sido inmigrante. La situación de vida en pandemia y pensar en sus causas impulsó este cuerpo de obras. Por un lado están los collages Acorazadas realizados durante los meses de confinamiento: una «segunda piel», una capa que nos protege del mundo exterior. Me enfoco en la idea de la naturaleza como refugio en vez de señalarla como el origen de esta enfermedad. Se cree que el Pangolín es la especie portadora del virus, yo me detengo en su armadura y pienso en la biodiversidad como escudo.

Me incluyo en algunas de las imágenes usando autorretratos para convertirme en parte de estos organismos, pensando en un tiempo pasado o un futuro posible en el que éramos o seremos uno con nuestro ambiente.

En el video Manto también utilizo los collages y los mezclo con mis esculturas cerámicas, fotografías e imágenes, un viaje temporal que comienza con el cosmos para terminar con una ofrenda al agua y a la selva, ese manto vegetal que nos arropa y nos permite respirar. A lo largo del video, cuya música fue realizada para dicha obra por el compositor venezolano Miguel Noya, el cuerpo va descubriéndose entre telas texturizadas con corales y serpientes, ahondando en temas como nuestro origen, la identidad y el viaje por este planeta.

Al final termino cubierta por el manto vegetal, reintegrada a la materia orgánica, esencia de la vida y la muerte.

Lucía Pizzani

Caracas, Venezuela, 1975. Vive y trabaja en Londres, Inglaterra.

Con una labor disciplinada y constante tanto en los territorios de producción de la imagen como en las áreas de la creación audiovisual, Pizzani es una joven artista preocupada fundamentalmente por la inestabilidad del yo y por las fracturas del sí mismo dentro del mundo contemporáneo; sus investigaciones la encaminan a usarse como sujeto-objeto de representación. Sin embargo, en su producción visual, la auto-representación no constituye una postura crítica frente a algún contenido específico o el rediseño compositivo de una historia por contar. En su obra lo que destaca es, justamente, el levantamiento de ese indefinido anhelo de unidad que el yo fracturado ansía, así como la imposibilidad real de esa concreción.

De este modo la auto-representación como factor central en la obra de Pizzani, no es más que la negación de la propia posibilidad de concreción del yo, estructurándose como una representación dual y ambigua de la unidad perdida. Es por ello que el paisaje y los elementos de la naturaleza son un recurso tan importante dentro de la configuración de sus propuestas; el individuo dividido se diluye en el espacio, su fractura se deriva, se amplía, se despliega sobre una naturaleza efímera, contractual y mortal. En las imágenes de Pizzani la diatriba dentro-fuera es constante, traslación siempre intercambiable del propio desvanecimiento frente a las marcas también transitorias del entorno, derivando en un producto visual que reconstruye una suerte de micro-radiografías de territorios exclusivos, panoramas macro-sensoriales donde lo vasto es uno y el todo es nada, donde las perspectivas lumínicas de poros y detalles se transforman en grandes geografías, junto a geodesias que también se convierten en un mapa borroso del estar, de la piel.

Pizzani es licenciada en Comunicación Social Mención Audiovisual de la Universidad Católica Andrés Bello, Certificate in Conservation Biology CERC por la Columbia University y Magister in Fine Arts del Chelsea College of Arts and Design de Londres. Dentro de sus muestras individuales se pueden nombrar Armoured, Cecilia Brunson Projects on Vortic Collect, Londres, Inglaterra (2020); Coraza, Fundación Marso. Ciudad de México, México (2019); Broader Implications, Photofusion, Londres, Inglaterra (2017) y El Adorador de la Imagen, Sala Mendoza, Caracas, Venezuela (2014). Ha obtenido residencias artísticas como la Residencia en LaunchPad Lab, Francia (2020) y la Grants for the Arts, (Arts Council England) for Broader Implications at Photofusion. London (2014), entre otras. En el año 2013 obtuvo el primer lugar en el XII Premio Mendoza, Caracas, Venezuela.

LGI