“La fotografía es, ante todo, la historia de una mirada que se posa sobre la materia y, haciéndolo, la transforma. No hay fotografía inocente.” Así se expresa Ernesto Mallo comentando el libro de fotografía de Facundo de Zuviria, El Ciudadano.
La ciudad ha sido un tema preferido por fotógrafos por la cantidad de situaciones que allí se encuentran a partir de la vida de los habitantes en su cultura, modismos, habitaciones, economía, arquitectura, familias… Así ha sido en las ciudades de Estambul, Nueva York, Buenos Aires, Río de Janeiro, París, Ciudad de México, Hong Kong y tantas otras. En éstas, en la modernidad actual, las grandes edificaciones se encuentran junto a la historia peculiar que han sufrido estas ciudades conformando la urbe que se quiere hacer conocer. Por supuesto, los habitantes son los que dan vida a estas conglomeraciones.
Alan Gilbert en “La ciudad Latinoamericana” escribe que “En muchos sentidos, las ciudades latinoamericanas resultan muy similares. Todas comparten una gran desigualdad y presentan marcados extremos de pobreza y riqueza. No obstante, cada ciudad es diferente”. El autor se pasea por las diferentes ciudades del continente tratando de conjugar la especificidad de cada una. De Caracas resalta las consecuencias del “boom petrolero” y menciona los ranchos junto a las vías rápidas de una ciudad construida fundamentalmente para el automóvil. Esta publicación es de 1997 y quizás la investigación de varios años anteriores.
Comunifilm ha creado desde 2016 un concurso fotográfico, proyecto de impacto social, que quiere, a través de la fotografía mostrar lo característico de nuestra ciudad. El concurso se llama: “Qué significa ser caraqueño?”, invitando entonces a los fotógrafos a recoger situaciones peculiares de los habitantes así como quizás las emblemáticas construcciones de todo tipo y también geografía de la ciudad.
Desde el 30 de julio, en Casa Samambaya, Deseo Cultural, expone una serie de fotografías escogidas de las ediciones pasadas de este Concurso. Allí podemos apreciar algunas imágenes de una caraqueñidad que el 24 de julio celebra su cumpleaños. Podemos ver entonces niños jugando, las conocidas vías rápidas en una toma nocturna, las plazas y parques emblemáticas donde se reúnen los mayores a jugar cartas, mujeres cargando bombonas de gas desde un barrio, un joven ayudando una anciana cruzar la avenida, las colas del transporte público, niños alegremente bañándose en las riveras de los manantiales del Ávila, una pareja de cualquier edad disfrutando del baile, el barbero callejero, Daniel Dhers lanzándose con su bicicleta entre los monumentos de Los Próceres, las contradicciones de una ciudad donde coexisten el barrio, el gran edificio moderno y, por supuesto, nuestro bellísimo Ávila. La coexistencia urbana está allí representada a través del lente de la cámara y el ojo del operador para captar una memoria, una identidad posible, un sentimiento del lugar donde se mora, los personajes que la conforman… Vivir nuestra ciudad pues.