Casa de la HaciendaExposición

octubre, 2015

Casa de Hacienda

IT15: Intervenciones Tridimensionales

Las intervenciones artísticas en espacios –ya sean naturales o urbanos, públicos o particulares– son una práctica frecuente en el ámbito de la cultura contemporánea, desencadenando procesos de resignificación diversos que en general conducen a la configuración de los lugares. Tienen su antecedente en los proyectos efímeros que llevaron a cabo los artistas del land art y el arte ecológico en los años setenta. En Venezuela estas prácticas fueron emprendidas por algunos de los pioneros de la corriente conceptual, destacando Claudio Perna, Eugenio Espinoza, Yeny y Nan, Milton Becerra, Luis Villamizar y Pedro Terán, entre otros.

 

Tienden a ser proposiciones no permanentes que alteran la dinámica cotidiana y hacen de un sitio un emplazamiento simbólico. Tratan de los usos y significados del espacio, potenciado relaciones inusuales ente la obra y el entorno, el sujeto y el lugar. Difieren de los monumentos conmemorativos porque no persiguen una finalidad doctrinaria o ejemplar, ni plantean una jerarquización autoritaria del espacio. Buscan la interacción cuerpo a cuerpo con el individuo, llegando a tener un carácter participativo ya sea mediante la manipulación física o propiciando recorridos más flexibles donde no se distingue el adentro y el afuera, lo que es obra y lo que es ambiente. Su propósito combina elementos estéticos y funcionales, sensibilidad y experiencia.

 

El proyecto de Intervenciones en la Hacienda la Trinidad, reúne ocho propuestas de autores contemporáneos provenientes de distintos segmentos de las artes visuales (diseño, arquitectura, artes plásticas), pero conectados por una preocupación común en torno al espacio público. Aunque parten de diferentes ópticas e intereses estéticos, asumen la relación entre medios, materiales y entorno como vehículos de significación, que articulan diversos contenidos asociados con la experiencia natural, la memoria, la realidad, el conocimiento y la sociedad. Emplazada en una zona residencial, otrora establecimiento productivo consagrado cultivo y procesamiento del café, la caña y el tabaco, la hacienda la trinidad parque cultural hoy ostenta la condición de lugar de interés patrimonial del Municipio Batuta. El recorrido que proponen estas obras, recobra parte de la memoria del sitio, tomando como referencia algunos elementos arquitectónicos (por ejemplo, los emblemáticos secaderos de tabaco, cuyas proporciones son retomadas en algunos trabajos). Igualmente la naturaleza, especialmente la vegetación del lugar, sirven como elementos referenciales de varias propuestas. A ello se suman comentarios sutiles al contexto país, hoy amenazado por tensiones diversas que reclaman nuevos posicionamientos por parte de los actores sociales.

 

En síntesis, estas propuestas de intervención asumen el arte como dispositivo de intersecciones, espacio de fugas y punto de confluencias. En este sentido, el lugar actúa como primer significado y la obra como espacio de encuentro. En ese entorno, gravitando sobre una topografía especifica con funciones definidas, se plantea entonces una ecología sensible, donde los aspectos físicos y las cuestiones simbólicas tienen la misma importancia. En general, se trata de experiencias sustentadas en un proceso de focalización progresiva de las condiciones y posibilidades de los materiales y el espacio.

 

Ejes y propuestas

Aunque atentos al debate sobre la conservación ambiental, estos autores abordan el entorno sin hacer concesiones al ecologismo simplista y sin trazar una frontera suicida entre las tecnologías o materiales creados por el hombre y el purismo orgánico. Su intensión, en general, no es oponer «lo crudo y lo cocido», lo «natural» y lo «artificial», sino crear conexiones, proponer situaciones de diálogo, destinadas a potenciar nuevas relaciones y significados. Así, los polímeros corrientes (mangueras, juguetes, objetos, piezas de tubería), al igual que algunos materiales de construcción recuperados (tejas de cerámica, tubos de metal, mayas, vigas de madera) ingresan al espacio discursivo del arte. En general, estas propuestas de intervención en la Hacienda La Trinidad enfocan el vínculo entre arte y lugar como núcleo de intercepciones abiertas y simultáneas con a) la experiencia, b) la memoria, c) el significado. Cada propuesta toca uno o varios de estos puntos de manera propia pero siempre prestando atención al emplazamiento, la escala y los recorridos, tanto físicos como mentales que el visitante habrá de realizar más allá de la rutina y la cotidianeidad.

 

Gabriela Rodriguez con sus ecolianas, elaboradas a partir de desechos plásticos recolectados en las playas del litoral mirandino, hace un gesto para revertir la contaminación por materiales no biodegradables en el paisaje costero mediante su reutilización con fines estéticos y de sensibilización ciudadana en un entorno natural. Muñecos, cholas, juguetes, calzado, botellas de refrescos y fragmentos de polímeros, configuran rombos de colores que cuelgan, cual bejucos artificiales, para recordarnos la fragilidad del ecosistema, desde una perspectiva lúdica y al mismo tiempo critica. Se trata de una instalación penetrable que no sólo permite la interacción física con las piezas que la componen, sino que también sugiere pequeñas narrativas asociadas a los objetos y sus historias, tanto reales como ficticias.

 

Sofia Simón propone una intervención eco-cromática que reproduce y enfatiza los matices del entorno, partiendo de un estudio previo de la vegetación de la Hacienda La Trinidad. La artista trabaja directamente sobre troncos de diferentes grosores, talados en diferentes sitios de la ciudad. El color, elemento sustancial en la propuesta de la autora, aporta un «tinte vital» sobre los fragmentos extintos, emulando las tonalidades de las plantas del lugar. Afincado en una reflexión sobre la arquitectura efímera realizada en espacios urbanos, Federico Ovalles con su «secadero provisional» trae a contexto las construcciones espontáneas destinadas a viviendas o comercio informal, elaboradas con material recuperado o resultado del vandalismo (madera, cartón, plástico, etc). El autor confronta la precariedad de dichas edificaciones con la sólida estructura de los antiguos secaderos de tabaco de la Hacienda La Trinidad, proponiendo un cruce entre memoria y presente, que obliga a repensar los usos y significados del espacio común y su dimensión patrimonial.

 

Cultura y naturaleza se conjugan en la propuesta de María Virginia Pineda, quien emplea catálogos de arte como parte de contenedores de plantas, enlazando las narrativas estéticas con la cuestión ambiental. El campo del arte se convierte en marco de una ecología cultural, cuyo abono es el conocimiento.

Frente a los peligros de la depredación natural, la artista propone la «reforestación intelectual » del entorno que habitamos. Formado como arquitecto y artista, Oscar Abraham desarrolla un proyecto originado en materiales recuperados del depósito (mayas, ladrillos, tubos, tejas) creando estructuras alusivas al mobiliario urbano, en las que también se advierten elementos escultóricos. Un banco, una jardinera, o una caminería, configuran un lugar de encuentros. En este caso, la divisa es edificar con lo mínimo y a bajo costo, pero atendiendo al significado del espacio común.

 

En consonancia con sus indagaciones en torno a la geometría y el paisaje, Emilio Narciso desarrolla una estructura aérea realizada con curvas de pvc. El autor propone un diálogo entre lo natural y lo artificial, poniendo énfasis en el proceso perceptivo. Se trata de un encuadre tramado para enfocar la naturaleza desde una óptica diferente; pero también es una red para atrapar los fragmentos más apetecibles de un paisaje inasible.

 

La arquitectura puede ser una estructura líquida, sin cimientos ni paredes, abierta a la circulación de fluidos en la propuesta de Miguel Braceli, quien emplea mangueras transparentes con pequeñas perforaciones en su trabajo. La obra es a la vez un dispositivo de riego y un objeto que añade un valor estético al entorno, dejando espacio para la interacción lúdica y la reflexión.

 

Teresa Mulet, diseñadora y artista visual, afronta el entorno buscando un vínculo crítico entre a cotidianeidad y el lenguaje. Lo gráfico y lo instalatorio forman parte de su lenguaje, permitiendo que el espectador complete la propuesta mediante su participación intelectual y física con la obra. Su Plataforma “Ahora” es una metáfora de una realidad ambigua, de signos contradictorios, donde el individuo puede distraerse mientras toma conciencia de su posición en el mundo.

 

FÉLIX SUAZO

Caracas, agosto de 2015