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julio, 2023

Casa de Hacienda

Jorge Pizzani: La postura correcta

JORGE PIZZANI: ABISMOS, VÉRTIGOS Y DELIRIOS

Por: Víctor Guédez

 

Jorge Pizzani es un artista que carga sobre sus hombros a sus pinturas y que él mismo encarna su pintura. Por eso vive con ellas, entre ellas, por ellas, para ellas y en ellas. En su caso opera una especie de embriaguez compartida en donde él grita a través de sus pinturas para que estas se alejen como un eco que, al final, terminan por regresar para legitimar el propio punto de origen. Pero esto también procede en sentido contrario porque él, igualmente, se convierte en eco de sus pinturas. Este juego de reciprocidades permite sostener que el artista y sus obras promueven las sensaciones de ser “los advenimientos de los advenimientos” (para utilizar la expresión de Francesco Alberoni) o que, igualmente, simbolizan “las finalizaciones de las finalizaciones” (para hacer uso de la exclamación de Zygmunt Bauman), con lo cual se amplía el espacio para preguntas como las siguientes: ¿Dónde moran? ¿Desde dónde dejan constancia de sus intensidades? ¿Dónde instalan sus improntas? En fin, no resulta fácil atender estas cuestiones porque las posibles respuestas forman parte del enigma intrínseco a una obra que está alejada de lo circunstancial. Aquí no estamos ante una propuesta predecible porque las presencias que se atrapan en sus cuadros son tan inciertas como crípticas. Lo que podría prevalecer, más bien, es la sentencia de Borges: el misterio siempre es más importante que la solución del misterio.

Al hilo de lo expuesto, cabe recordar las ideas de “caos y germen” que expone Gilles Deleuze en su libro “Pintura. El concepto de diagrama”. Ahí se lee que caos es fundamentalmente abismo y que “una pintura que no comprende su propio abismo, que no comprende el abismo, que no pasa por un abismo, que no instaura sobre la tela un abismo, no es una pintura”. En síntesis, es desde el abismo desde donde sale algo, es decir, el germen de brotes y rebrotes que, en forma de extraños personajes, le ofrezcan voz a la más intrínseca expresividad del ser humano, y cuerpo a la más efervescente manifestación de su resistencia y de su vehemencia. Aquí calza con precisión el aforismo de Carl Jung: el que mira hacia afuera sueña y el que mira hacia adentro se despierta. En efecto, los seres de Pizzani aún están despiertos. Ellos van de adentro hacia afuera, pero ocasionalmente también hacen el recorrido al revés. Es desde adentro donde engendran las reciedumbres de rotación y gravitación. Estos significados despejan el camino para sostener que sus imágenes son transgresiones de la realidad, o más específicamente: transgresiones de la realidad del ser humano, en tanto que de ellas germinan la insurgencia, el desgarro, e incluso, la resurrección. En sus cuadros no hay temas porque los temas se describen, aluden y comunican, en cambio sus ejecuciones revelan, potencian y expresan. Desde la sustancia de estas posibilidades se valida la sentencia de Kandinsky: “El artista no será tanto el constructor de la obra como su desvelador”.

Ciertamente, es el drama humano, en su espectro más amplio y en su profundidad más honda lo que sacude a nuestro artista. Y, sin duda, esta exigencia es mucho más compleja que la que procede de recurrir al impacto oportunista que se inscribe en el acontecimiento político propio de nuestra cercana realidad. Un punto de respaldo a esta hipótesis lo encontramos en los testimonios de dos pensadores emblemáticos del mundo intelectual. Uno es Octavio Paz, quien en su libro “Por las sendas de la memoria”, afirma: “Nuestro tiempo es el de la conciencia escindida y el de la conciencia de la escisión. Somos almas divididas en una sociedad dividida”. El otro respaldo, lo identificamos en el libro de Claudio Magris “Utopía y desencanto”, quien sostiene que: “El individuo está escindido y resignado a esa escisión”. Apoyados en estos coincidentes enfoques queremos proponer que la escisión, disociación, desdoblamiento o división dentro del ser humano y entre los seres humanos proporciona una pista interesante para interpretar la propuesta estética de Jorge Pizzani. Por eso, sus cuadros absorben y proyectan un explosivo vértigo en el cual los delirios y excesos sacuden la conciencia individual y conmueven la realidad colectiva del ser humano.

 

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