Casa de la HaciendaExposición

marzo, 2025

Casa de Hacienda

Lijas: desvíos de lo cotidiano

Pinto flores con el deseo de retenerlas y de que el ahora se vuelva eterno. 

Porque las flores no duran. Son efímeras, como nosotros.

La muerte siempre nos está rondando.

Pero las flores renacen llenas de esplendor.

Eso me reconcilia con la vida.

T.G

Lo que Teresa Gabaldón nos muestra aquí es el resultado de una acuciosa investigación sobre los límites de la sensibilidad. Durante largo tiempo ella ha estudiado las propiedades sensibles de ciertos materiales. Los ha confrontado a un dibujo cuyos trazos transcriben una poética de lo orgánico. Les ha permitido tambalearse entre lo poético y lo utilitario. En su empeño por revelar las sutilezas espirituales presentes más allá de lo tangible ha seguido las huellas que deja tras de sí un mismo principio vital.  Ese que está presente en lo orgánico y lo aparentemente inerte, en las partículas subatómicas y en las galaxias por igual. Semejante tránsito la ha llevado a elaborar una obra —formas del espacio y del tiempo— situada a medio camino entre las cualidades de los objetos cotidianos y los desvíos del alma.

Desde su singular curiosidad por las propiedades sensibles de objetos como la lija y del significado profundo de iconos como la flor, esta artista caraqueña expone un paisaje donde lo industrial y las formas de la naturaleza orgánica conviven bellamente. El resultado de los experimentos, silenciosos y casi alquímicos, hechos en su taller —situado en lo alto de una torre— nos revelan que la vida, y por lo tanto la belleza, están hechas de intersecciones y vínculos misteriosos entre lo que suponemos es disímil.

Nos dice Bruno Munari que  “todo pintor (…) se preocupa por sensibilizar el signo. Sensibilizar equivale a dar una característica gráfica visible por la cual el signo se desmaterializa como signo vulgar, común y asume una personalidad propia”. Siguiendo esta idea, podemos inferir que en todas estas lijas expuestas quedó olvidada la función básica del signo, logrando así que se desmaterializaran en irregularidades y texturas no previstas. También en luz, tipografía y sonido. Tachaduras, rasgados, asperezas, fragmentos de metal o de pétalos en collages le permitieron salir de su estructura evidente hacia formas expresivas no insospechadas. El riesgo de cortar lo áspero con el trazo del dibujo, atrapar las palabras en concreto o luz,  y encapsular lo orgánico en la geometría de materiales de construcción ha dejado, frente a nosotros, una poética del jardín en la intimidad del paisaje urbano.

“En cada fragmento de esas lijas viejas y manchadas, podía leer infinitos paisajes, ecos de luces o de historias”. Para Teresa, lo bello pareciera comenzar con el desvío de lo cotidiano. Con la bifurcación del sentido de las cosas materiales hacia ámbitos donde responde el alma. Esta muestra, jardín y paisaje desplegado en La Hacienda La Trinidad Parque Cultural, se adentra en lo ignorado y desechable, en la transitoriedad y las huellas del tiempo, en la naturaleza y lo mutable, en el dibujo y las palabras para no dejarnos olvidar que la vida está en todo.

Humberto Valdivieso

Curador