Casa de la HaciendaExposición

julio, 2015

Casa de Hacienda

Un gesto de Gracia: Miguel Gracia, fotografía y artes escénicas

Miguel Gracia

(Zaragoza, España, 1931 – Caracas, Venezuela, 2009)

Fotógrafo de formación autodidacta, nacido en España y residenciado en Venezuela desde 1958. Premio Nacional de Fotografía 2006. Fue miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Teatro, de la Asociación Venezolana de Profesionales del Teatro y de Critven.

Su actividad como fotógrafo se inicia en 1966 en el Teatro Leoncio Martínez con la obra El conserje, de Harold Pinter. Gracias al profesionalismo que lo caracterizó, su trabajo se extendió hacia otras disciplinas. Publicó sus primeras imágenes en la revista Kena y en 1977 fue contratado como fotógrafo artístico del Consejo Nacional de la Cultura (Conac).

Cuarenta y dos años de labor constante y silenciosa convirtieron a Miguel Gracia en un cronista de la imagen artística, legando para la posteridad uno de los archivos fotográficos más importantes de las artes escénicas venezolanas del siglo XX. Desde mediados de la década de los sesenta hasta el 2007, registró en imágenes alrededor de 2.774 montajes de teatro y 1.063 montajes de danza. Sus fotografías fueron publicadas en numerosas revistas, periódicos y libros. Su obra es referencia obligada en la historia de las artes escénicas venezolanas.

 

 

CON LA GRACIA DEL CREADOR
Rubén Monasterios
El baile −tanto como todas las demás artes interpretativas− es efímero: un soplo, un destello, un suspiro; vemos un espectáculo de ballet o danza moderna y la menor distracción puede hacernos perder el instante sublime en el que se configura la belleza mediante la pose, el salto, la elevación, el desplazamiento… Por suerte, en función de captar esos instantes fugaces, el ingenio humano logró desarrollar la fotografía, y con ella aparece el oficiante de una forma inédita de las artes visuales, el fotógrafo. De esta especialidad de la creación artística contemporánea un conspicuo representante es Miguel Gracia; inolvidable amigo ese aragonés caraqueñizado, de aspecto rústico y sensibilidad exquisita; un hombre que despertó el afecto de quienes lo conocimos personalmente por su bonhomía; un artista a quien todos los venezolanos le debemos respeto y reconocimiento, por su rol de documentador del baile artístico y el teatro dramático en nuestro país; sin su presencia, nuestra memoria cultural sería más parca.

Las imágenes son pura poesía del movimiento detenido en un momento crucial por la lente; si fuera necesario aportar testimonios de la naturaleza artística de la fotografía, esta muestra sería suficiente. Aunque simpática, es apenas una verdad a medias la frase publicitaria usada a finales del siglo XIX por Kodak, la compañía pionera en el desarrollo de la fotografía de aficionados: «Usted haga click, que nosotros nos encargamos de todo lo demás».. Lo cierto es que de no intervenir el talento artístico, uno puede apretar el botón docenas de veces sin lograr la belleza de estas imágenes en las que además de los volúmenes armoniosamente distribuidos en el espacio y de los contrastes impresionantes de luz y oscuridad, se hace sentir la alegría, la amargura y demás emociones posibles de expresar en el baile escénico.