ExposiciónSecaderos

octubre, 2019

Secadero Uno

Entrada Libre

José Gregorio Hernández, devoción artesanal

Desde el fondo de una habitación en penumbras y en medio del rectángulo luminoso de la puerta, un enfermo postrado, quizás delirante, ve dibujarse la figura de un hombre con sombrero. Se trata apenas de una silueta, pero inconfundible y cargada de un profundo sentimiento mágico-religioso para la mayoría de los venezolanos. A continuación el doliente sana, y se divulgará que ha sido objeto de un milagro. Relatos similares abundan en el anecdotario popular venezolano desde hace un siglo, y ha dado lugar a la más fuerte devoción que un nativo de esta tierra haya despertado.

La fuente iconográfica para las representaciones tradicionales de José  Gregorio Hernández (Isnotú, 1864-Caracas, 1919) es clara. Un retrato fotográfico practicado durante un viaje a Nueva York, en 1917, inmortalizaría su imagen austera y definiría sus atributos originales: traje oscuro, pañuelo en el bolsillo, sombrero de vestir y un grueso bigote. Con posterioridad, su profesión de médico y docente otorgó material para expandir esta iconografía. Entre los ejemplos que Secadero Uno ha reunido para la presente muestra, Edelmira y Bernardo Valladares, Mariano Rangel y familia, así como Carmen Núñez, le colocan una bata blanca. Los Rangel ponen en sus manos un libro o un maletín; Núñez cuelga un estetoscopio de su cuello. Manuel Vargas (que parece redefinir el concepto de “estampa religiosa”) refuerza su venezolanidad y lo viste de liquiliqui. Elizabeth Mancera apela a una tradición ajena a la religiosa, pero igualmente arraigada en nuestro país, para situarlo en medio de un fondo abstracto-geométrico.

Las representaciones de José Gregorio, tradicionales o innovadoras, pueden ser vistas en altares al lado de la Virgen María o de María Lionza. Acaso esta amplitud de culto es lo que ha dificultado su definitivo ascenso al santoral católico. Pero poco parece importar que hasta el día de hoy no haya superado el escalafón de Venerable. No es santo, pero tiene santuario; algunos incluso lo llaman “San Gregorio”. Y en la actualidad, su devoción protagoniza una vigorosa expansión más allá de sus fronteras originales, alentando la esperanza de millones de venezolanos adonde quiera que vayan.