Cacao de Origen

El cacao es la posibilidad del país en que nos podemos convertir

septiembre 12, 2016

María Fernanda Di Giacobbe

El Universal

3 de diciembre de 2016

 

El cacao ha despertado de su último letargo y nos habla, nos guía en la comprensión de nuestro pasado, de nuestros cruces culturales y genéticos, de nuestra economía y riqueza.

El cacao es milenario, es sabio, es guardián de la naturaleza y en Venezuela guardián de nuestra identidad. El cacao está sembrado en cada uno de nosotros, germina en todos los que lo nombran y florece en nosotros cuando trabajamos con él.

Solo ahora entiendo por qué todas las personas que trabajan con cacao te dicen, cuando entras al mundo del cacao no hay vuelta atrás. Siempre ha estado en nosotros, en Venezuela somos cacao. El encuentro con el cacao es una revelación porque es el encuentro con nosotros mismos, con nuestro paisaje y nuestra cultura.

Bajo la tierra, las raíces del cacao han tejido una red que une al país. En la superficie es el chocolate quien nos ha enlazado como comunidad. Esta red es comunicación y trabajo, educación y capacitación, ciencia y tecnología. Es capaz de vencer obstáculos y diferencias, de trascender intereses individuales y conflictos políticos, es capaz de conectarnos para construir el país que deseamos. Es capaz de transformar el paisaje en recursos, elaborar bombones con todo lo que tenemos en el jardín.

Empezamos en Miranda, allí enseñamos a hacer bombones y ellas nos enseñaron del cacao. Y vino el diplomado, el emprendimiento de mujeres chocolateras. Luego llegó la información que podíamos hacer chocolates.

Si alguna vez llega una semilla a sus manos, mírela en detalle, colóquela cerquita de su oído, cierren los ojos para escuchar.

Cada semilla de cacao es un disco duro que ha grabado en su travesía la historia de nuestro país, el paisaje de su entorno y el trabajo de quienes la cosechan. Cada semilla de estas contiene nuestra cultura, nuestro devenir en el tiempo, nuestro ADN genético, nuestra personalidad y nuestro espíritu.

Tómela en sus manos y atesórela como lo que es: siembra, moneda, riqueza. En ella está la energía de nuestra herencia, la fuerza de sus raíces que han tejido una red que une todo el territorio venezolano, de Zulia a Sucre, de Caracas a las cuencas del Orinoco en Amazonas y Bolívar.

Las semillas de Venezuela se las reconocía por el nombre de sus lugares de origen, por los pueblos que las procesaban y por los puertos de salida por donde comenzaban su viaje a Europa.

Sur del Lago, Chuao, Puerto Cabello; blancas, nobles y dulces hablaban hace 500 años de denominaciones de origen. El cacao dibuja una cruz que bendice Venezuela, hoy representa la posibilidad real del país en que nos podemos convertir. Y que los santos del cacao digan amén.

♦♦♦

“Hacer chocolates desde la semilla es convertir el paisaje en recursos, beneficios y riqueza, es transportar a los consumidores a la plantación, a la vida de las comunidades cacaoteras y nuestro presente.”

Tome un Río Caribe superior, de sabor intenso con notas de chocolate, mar de barcos y humedad de montaña. O una tableta Trinidad 75%, elaborada por Diego Ceballos y el equipo Cacao de Origen. Vea, perciba sus aromas, pártala, córtela con los dientes en pequeños pedacitos que dejamos fundir para envolver toda nuestra boca, respire y exhale por la nariz sin tragar la sustancia. Es una tableta elaborada bajo los principios del Bean to Bar (BTB). Solo dos ingredientes: cacao de la familia Rojas, vecinos de Arturo Somana y los productores de Macuare, de la montaña mágica más allá de Cúpira y azúcar en pequeña proporción.

Este chocolate es robusto, es fruto cocido, tabaco, masculinidad. Hacer chocolates desde la semilla es convertir el paisaje en recursos, beneficios y riqueza, es transportar a los consumidores a la plantación, a la vida de las comunidades cacaoteras y nuestro presente.

El cacao venezolano es famoso por sus cualidades que permiten chocolates de altísimos porcentajes de cacao. El BTB llegó a Venezuela en 2012 con la invitación a Chloé Doutre Roussel. Nosotros le contamos que éramos BTB desde cientos de años por que elaboramos bolas de cacao, ella habló de la investigación que se requiere, insiste en la calidad, en revelar el potencial de las semillas. Entonces todos reconocimos el trabajo de Amanda García como primera mujer BTB.

Este movimiento preserva nuestra genética ancestral, renueva nuestras plantaciones y el valor de los procesos post cosecha. También activa una relación directa entre chocolateros, cacaocultores e investigadores y lleva mayores beneficios económicos a los productores. Muchos de ellos se han convertido en chocolateros y nos devuelven con orgullo al trabajo de la tierra e invitan a los jóvenes a la siembra. Esta actividad ofrece al mercado nacional chocolates con denominación de origen, nunca antes probados y convertirá a Venezuela en un país referencia mundial en la elaboración de chocolates de calidad.

Cuando usted come tabletas (de todas las nuevas marcas que han nacido en los últimos años), se vuelve socio de este movimiento que recorre toda nuestra geografía. Encontrará tabletas deliciosas, y otras no tan ricas, pero sígalas comprando. El apoyo de cada uno de nosotros suma recursos para educar y fundar escuelas, adquirir maquinarias y tecnología y seguir llevando este mensaje por todos los estados del país, sabemos que en los próximos años habrán muchas, muchísimas tabletas excelentes.

Al crear Kakao incorporamos los conocimientos culinarios familiares al oficio de la bombonería; los protegimos, sellamos al vacío y conservamos con una delgada piel de chocolate que ofrecimos al público como el bombón venezolano. Probarlos es llenar la boca de aromas, son cápsulas de nuestras frutas, licores, especias y recetas venezolanas.

Hace 12 años el trabajo parecía arduo e infinito, a veces inalcanzable. Queríamos muchas bombonerías en el país. Lo importante fue comenzar, trabajamos cada día con pasión, fe y metas, haciendo todo lo que está a nuestro alcance.

Con la Gobernación de Miranda comenzamos talleres de chocolatería en Barlovento y Altos Mirandinos, una treintena de mujeres y algunos hombres se convirtieron en bomboneros venezolanos y facilitadores para capacitar en el oficio.

Esa chispa de trabajo, luz y energía, junto a alianzas fundamentales con la Cámara Italiana, la USB, la familia Franceschi, las escuelas de cocina y otras universidades; la Asociación Trabajo y Persona y muchísimos más, han hecho posible que hoy en Venezuela hayan más de 8.500 mujeres capacitadas en esta profesión y que miles de ellas sean emprendedoras que viven de hacer bombones venezolanos. Ellas han creado empresas y han incorporado a los varones de la familia.

Juntos abrimos más espacio al cacao, y al chocolate. En ellos hay investigación, experimentación y elaboración, discusiones y debates que han permitido profundizar nuestra realidad cacaotera y las posibilidades reales que tenemos para el presente y futuro de Venezuela, país del cacao criollo.

Trabajamos con cacao y construimos la nación que soñamos para nuestros hijos.

Venezuela ha sido por décadas un país con condiciones maravillosas y excepcionales para emprender y hacer negocios, un territorio lleno de necesidades y grandes oportunidades, con un consumidor que prueba y celebra las innovaciones. En los últimos años Venezuela se ha convertido en una isla frente a sus países vecinos y el mundo, cada día nos vamos quedando atrás, somos hoy una hacienda decimonónica, manejada por capataces, sin visión a largo plazo, sin infraestructura, llena de miserias e intereses particulares, donde hay una moneda que sólo funciona aquí y cuyo valor nadie puede precisar.

Cada emprendedor venezolano es un ciudadano transformador para la reconstrucción de nuestro país.

 

Fuente: El Universal