Magdalena Fernández retoma un tema que nunca ha dejado a un lado: las estructuras. Con ellas atiende a necesidades primarias, aquella plasticidad que obedece a sus tiempos como diseñadora gráfica en los que todo comenzó, cuando, animada por el maestro Fronzoni, se atrevió finalmente a pensar que aquello que hacía podía ser considerado arte.
Su obra podría dividirse en dos vertientes. Por una parte, aquella que ha mostrado en vídeos y proyecciones: su amor a la naturaleza, esa que la conmueve y hace ubicarse en el universo de otra manera. Por otra, su visión escultórica, aquella en la que ha trabajado desde sus inicios, cuando tomó instintivamente a Gego entre sus referentes, vinculada por la delicadeza, quizás femenina, intrínseca en la elaboración de sus tramas que parecen tejer universos.
Obras para las que también se ha influenciado de otros artistas, desde Mondrian hasta Gianni Colombo, pasando por venezolanos como Otero o Soto. Como si de la abstracción tratara de llevarlo a su obra, a la naturaleza, a través de los referentes modernos.
Es allí, donde surge Estructuras elásticas, que parte de una individual que tuvo en Houston el año pasado, en la que retomó una pieza que había elaborado en el año 2000. Ahora produjo una serie de esculturas que abordan la transformación. La muestra, en la que expone alrededor de diez piezas junto a una instalación, se inaugurará este domingo a las 11:30 am en Carmen Araujo Arte en la Hacienda La Trinidad.
El propio título dice mucho de la artista, quien procura no colocar nombre a sus piezas para permitir al otro indagar en ellas sin prejuicios, pues para ella el que una pieza pueda ser vista de distintas formas, es justo lo que la mantiene viva.
La obra solo está completa en cuanto el espectador la ve.”Pienso que la intención del artista no es importante. Justamente esa interacción con el otro hace que crezcas y descubras cosas que están allí, que tú no sabes ver”, agrega la artista.
Los nexos que trazan sus esculturas hablan también de la naturaleza, incluso sin la artista proponérselo. Sus formas parecen perfectas, calculadas, pero sin embargo obedecen a un proceso mucho más orgánico e intimista, sus tramas nacen de un proceso en el que teje nuevos mundos, en el que hace visible las dinámicas de los cuerpos utilizando acero, acero armónico, elástico y goma, dejándose llevar por las posibilidades de los materiales que utiliza. Líneas vitales que combinan sensibilidad y sensualidad. Formas suspendidas que, aunque parezcan estáticas, invaden el espacio para hablar de movimiento, de inestabilidad, de fragilidad y de transformación.
Podría ser un atisbo que parte de la incertidumbre, de “una duda constante de cuál es la manera correcta o la forma justa” aunque se trate solo de una hipótesis. Si bien la intención del artista para ella es lo de menos, lo que deja de sí en su obra es la pasión por el arte que ha marcado sus días. Esa que muestra en los tejidos que ensambla laboriosamente, y que el espectador sabrá cómo completar.
Fuente: http://www.eluniversal.com/